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Todas estas tareas han ido restando protagonismo en su vida al pilotaje que, de hecho, por estas fechas de inicios de los años 30 ya ha pasado a ser claramente una faceta secundaria en su vida. De hecho Ferrari tiene ya muy claro desde hace mucho que es un buen piloto (cosa que demuestra con sus resultados) pero nunca llegará a ser un "crack". Por contra, en el resto de sus actividades se muestra insuperable. En los últimos tiempos Ferrari escoge sus apariciones como corredor que se vuelven muy escasas, no faltando incluso algunos años en los que como tal no participa en competición alguna.
Las esperanzas de la Scudería para 1931 son grandes. El año anterior ya se han cosechado los primeros triunfos y será Ferrari quien pruebe la nueva creación de Vittorio Jano, el Alfa Romeo 8C 2300. De hecho la temporada empieza bien con una victoria de Nuvolari en una prueba menor con una Alfa 1500; pero luego los resultados no acompañan. El impresionante despliegue de Alfa Romeo para la Mille Miglia (hasta 10 autos llega a inscribir) se salda con una dolorosa derrota que por primera vez deja la victoria final en las manos extranjeras de Mercedes y su genial Rudi Caracciola. Por otra parte conforme avanza el año la Scudería tampoco termina de cuajar victorias, teniendo que conformarse con resultados dignos aunque discretos.
Un artículo de "Il Litorale" (15-06-1931): "La segunda Bobbio-Passo del Penice organizada por le Automobile Club de Piacenza, ha obtenido un buen resultado tanto en el número de participantes como en el de apasionado público asistente. La Scudería Ferrari que se había preparado concienzudamente, no pudiendo luchar contra rivales de categoría, ha luchado contra el tiempo. Ferrari ha vuelto a las carreras pilotando de modo magistral la potente 8 cilindros Alfa Romeo, la nueva creación de Jano. La gente apiñada en las últimas curvas ha admirado el estilo de este piloto de la vieja guardia que, como Campari, se mantiene fiel a Alfa Romeo y retorna a las batallas deportivas y a conocer la victoria. Pero la Scudería Ferrari ha situado también en el segundo puesto absoluto al jovencísimo piloto Francesco Severi, que con su Alfa 1750 ha batido en 20 segundos el récord precedente de la prueba demostrando con ello sus excepcionales dotes". La victoria no ha sido muy complicada; pero Ferrari la considera entonces una buena señal. Supersticiones o no, lo cierto es que desde entonces la Scudería vuelve a vencer: tres éxitos para Brivio, Nuvolari y Borzacchini a lo largo del verano, mientras Alfa Romeo por su cuenta había incluso ganado el Gran Premio de Italia en el que participa de forma oficial, aunque bien es verdad que en el resto de los Grandes Premios del año no le fue tan bien.
Para 1931 no podrá repetirse la pareja triunfadora. Arcangeli había muerto poco antes probando una bimotore Alfa con vistas al Gran Premio de Italia. Serían Borzacchini y Ferrari entonces los encargados de defender el doblete en las Tres Provincias a bordo de sendos 8C 2300 MM. Se espera la participación de otro "Ferrarista", Nuvolari, con la 1750 que tiene a su disposición, pero la decisión final es suya y está indeciso: hace apenas unos días ha corrido la Coppa Ciano (donde ha ganado con una 8C), no conoce para nada el circuito de las Tres Provincias y al domingo siguiente debe correr la Coppa Acerbo. La decisión final nos llega en palabras del que por entonces era su mecánico, Decimo Compagnoni: "El sábado por la mañana Nuvolari todavía no me había dicho si íbamos a presentarnos. Sabía que Ferrari había inscrito dos 8 cilindros 2300, una para él y la otra para Borzacchini. Nosotros estábamos en Mantova. Nuvolari trata siempre de estar lo más posible cerca de su mujer y sus hijos. Está muy ligado a su familia. Yo de todas formas le tenía a punto el Alfa 1750 de seis cilindros con compresor, pero pensaba que al final no le interesaría correr. Pero va el sábado por la noche y me lo confirma. Me llama y me dice: ``Mañana vamos a Porretta. Tenlo todo listo´´. A la mañana siguiente salimos. Llegamos a Porretta pasado el mediodía. ``Este paseito...´´, dice Tazio, ``...nos ha servido para calentar motores´´. "Pero contra los 8 cilindros de Ferrari y Borzacchini hay poco que hacer", respondo, "Él solo sonríe".
La salida era al modo de la Targa o la Mille Miglia, es decir, escalonada a intervalos. Primero salió Ferrari y luego Borzacchini. Seguimos teniendo el relato de Compagnoni: "...Cuando llegó nuestro turno la gente se dejó las manos aplaudiendo a rabiar. Nuvolari es un ídolo. La gente lo quiere. Siempre espera verlo desencadenarse furibundo. Pero esta vez Nuvolari sale al paso de un hombre y recorre la recta entera muy despacio. Yo lo miro asombrado: ``¡¿Pero qué pasa?!´´. Nada, no pasa nada. Es solo que Tazio tiene este tipo de ocurrencias. Pero nada más pasar la primera curva en un suspiro ha engranado las marchas superiores y vamos ya a toda velocidad" Apenas pasado Porreta, Nuvolari encuentra al salir de una curva sin previo aviso y sin poder preverlo, un paso a nivel que le desestabiliza la máquina. El auto sale a la cuneta y despega del suelo tan violentamente que al retornar a tierra hace que Compagnoni caiga de su asiento sobre el capó trasero del vehículo. El mecánico se agarra donde puede, parece que va a caer, pero Nuvolari, que con una mano ha estado intentando corregir el loco zig zag de la máquina, lo agarra con la otra por la pierna y lo sujeta lo suficiente para que pueda volver a su lugar.
...de la crónica de Il Litorale: "...Ferrari ha tenido un pequeño incidente que ha podido ralentizar su veloz marcha. Antes de llegar a Praccia Ferrari, traicionado un momento por los frenos, ha golpeado un muro y ha perdido un poco de tiempo. Luego el campeón ha tenido que avanzar, como suele decirse, con respeto". En San Marcello Pistoiese Ferrari está al frente de la prueba con 30" de ventaja sobre Nuvolari. En Pievepelago Ferrari conserva 14" de ventaja. En Sestola, Ferrari 1h 17', Nuvolari... 1h 16' 30"... Ya está al frente de la prueba; ...pero Ferrari no se rinde: en Lizzano ha recuperado terreno y está a 15" de Nuvolari. Compagnoni: "O ganamos o nos la pegamos. Nunca he sufrido tanto ni he tenido tanto miedo. Y la mano derecha con la que tiro al máximo del "cinturón del acelerador" ya no la sentía". En los últimos kilómetros Nuvolari viene arriesgando al máximo. En la meta Ferrari ya es aplaudido como vencedor, pero él, más sereno controla la carrera con el cronómetro en la mano. A su lado está Borzacchini cuyos problemas con su Alfa lo han dejado fuera de la emocionante lucha. Nuvolari aparece como una avalancha. Se para el cronómetro y todo el mundo se queda de piedra. Nuvolari ha batido a Ferrari por pocos segundos.
Il Litorale: "Nuvolari ha ganado en los descensos. Quien ha visto a Nuvolari bajar el Abetone, quien lo ha visto lanzarse en picado como un halcón desde Sestola, no para de comentar el inolvidable espectáculo del pequeño y audaz campeón que parecía infundir a la máquina su voluntad de hierro, al límite siempre de las posibilidades de pilotaje. En honor a la verdad Ferrari ha tenido un pequeño incidente que puede haber ralentizado su rapidísima marcha. Todo junto ha de ser considerado como un brillante resultado y a Nuvolari y Ferrari, uno un gran campeón en un momento particularmente feliz, el otro un piloto de altísima clase, queremos unirlos en nuestro elogio".
Enzo Ferrari: "En las Tres Provincias llegué segundo, pero aquel día me prometí a mí mismo que en cuanto tuviera un hijo dejaría de pilotar para dedicarme solo a las actividades organizativas y comerciales. Me mantuve fiel a la promesa. No puedo asegurar, por otra parte, que insistiendo me hubiera convertido en un gran corredor. Ya entonces lo dudaba. Era una duda razonable ya que sabía que tenía un gran defecto: conducir la máquina respetándola. Cuando, por contra, si lo que se quiere son resultados clamorosos, hay que saberla maltratar. Y maltratarla significa usar el cambio sin necesidad objetiva, superar el régimen máximo soportado por el motor, frenar imprudentemente... cosas todas ellas que disgustan a mi manera de sentir la máquina. Yo de hecho no conduzco solo para hacerme transportar, sino para probar sensaciones y tengo la necesidad y el placer de darme cuenta de todas sus reacciones para sentirme de alguna manera unido a ella; una sola cosa ella y yo. Resumiendo, que no era capaz de hacer sufrir a la máquina, y esta especie de amor es probablemente la verdadera razón por las que desde hace años no he vuelto a ir a ver correr a mis máquinas. Pensarlas, verlas nacer y verlas morir (porque en una carrera se mueren siempre, aunque ganen) es un ajetreo térmico insoportable para mis sentidos".
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