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"La Pasión por vencer"
El respetuoso silencio de familiares y amigos tras su desaparición en 1957, ha impedido que
la figura de "Fon" de Portago - como era conocido entre sus amigos - sea recordada hoy como
la de uno de los mejores pilotos de la época dorada
del automovilismo. Alfonso nació en Londres, en 1928. De padre español y madre norteamericana,
fue apadrinado por el rey Alfonso XIII. Entre sus apellidos figuraban numerosos títulos,
incluida la Grandeza de España, aunque generalmente usaba el
"discreto" marquesado de Portago. El deporte del motor le fue ajeno hasta 1953, cuando
conoció a Luigi Chinetti quien le invito de copiloto - como lastre, en realidad - en la
Carrera Panamericana de México. Alfonso quedó fascinado por la experiencia, aunque no llegó
a tocar el volante. El Ferrari 340MM de Chinetti era una pequeña barqueta sport carrozada por
Vignale... la experiencia le dejó tan marcado, que el marques se apresuró a comprarse un
veterano Ferrari 250MM con el que debutar como piloto. Ni corto ni perezoso se inscribió en
los 1000Km de Buenos Aires de 1954
en compañía de Harry Schell. El coche acabó segundo, pero Portago solo llegó a dar tres
vueltas, ya que su compañero no se fiaba. Las 12h de Sebring finalizaron con un palier roto
a los 120 minutos y Portago se dio cuenta de que el coche era demasiado potente para él, que
ni siquiera sabia cambiar correctamente. Lo vendió y compró a cambio un Maserati A6 GCS
2 litros de segunda mano, conduciéndolo por carretera hasta Le Mans para las 24 horas.
Aunque Portago y Tomasi abandonaron, fueron primeros de 2 litros mientras duraron en carrera.
Unas semanas después, "Fon" logró su primera victoria en el G.P. de Metz, aunque el abandono
en las 12 h de Reims, donde compartía volante con Chiron, le decidió a vender el Maserati y
adquirir un Osca MT4 más moderno.
El Osca, también de dos litros, lo estrenó en el recién creado Tour de France acompañado
por su amigo Ed Nelson como copiloto (otro abandono), pero en Nürburgring se lució
espectacularmente entre los Porsche, dominándolos antes de...salirse de la pista.
Se ganó al tiempo el apodo de "el piloto loco" y la estima de sus rivales. Este año iba a
volver a su primera carrera, la Panamericana de México, y necesitaba más caballos: vendió el
Osca a su amigo argentino Roberto Mieres y se compró un Ferrari 750 Monza (que también pintó
de negro). Ambos entrenaron a fondo la carrera, pero ninguno de los dos superaron los 200
primeros kilómetros.
La semana de la velocidad de las Bahamas era una competición tradicional de invierno donde
no solían acudir coches oficiales. Allí, Portago consiguió con su 750 Monza una victoria y
un segundo puesto que le hicieron soñar con un volante en la Scuderia Ferrari. El Commendatore
ni lo consideró, aunque conocedor de su ausencia de problemas económicos, le ofreció gustoso
un Formula 1 del año anterior - un 625A - previo pago. En 1955 Portago se convirtió en uno de
los clientes privilegiados de Ferrari, participó en varios Gran Prix de los que solo sacó un octavo puesto y una pierna rota tras accidentarse en Silverstone. Un año para olvidar.
En Sport, en cambio, logró un magnifico segundo puesto tras Fangio en el G.P. de
Venezuela con el 750 Monza y logro dos victorias absolutas en las Bahamas, estando a punto de ganar
en las 9h de Goodwood, pero el coche se rompió. Portago también llevo a la victoria en Nassau
al primer Ferrari 250GT, un triunfo histórico para el iniciador de esta saga mítica de Maranello.
El año 1956 fue el de su lanzamiento definitivo. Portago era un piloto aguerrido y rápido, a veces cometía algunos errores... "hay que arriesgarse para llamar la atención de las marcas..." decía, "si se escapa de la muerte los dos primeros años, la mitad de la batalla está ganada", comentó a un periodista de la época.
Volvió a escribir a Ferrari pidiéndole un volante oficial, ...y recibió como respuesta unas fotos suyas dando un monumental trompo. Seguiría siendo "cliente privilegiado", días después, la suerte se puso de su lado, Musso se lesionó a principios de temporada y el director deportivo de Ferrari, Sculati, llamó a Portago para incluirlo en el equipo oficial de Formula-1, al volante de un Ferrari-Lancia D50.
Portago serenó su ímpetu. En la primera carrera de la temporada, durante el GP de Francia y cuando iba clasificado cuarto, el cambio de su coche cedió, obligándole a retirarse. Quince días más tarde en Silverstone, y cuando estaba peleando de tú a tu con las dos estrellas del automovilismo del momento, Fangio y Moss, fue llamado a boxes para ceder su monoplaza a Peter Collins, que tenía posibilidades de obtener el titulo mundial. Éste llevó el coche de Portago hasta la segunda plaza tras Fangio, compartiendo los puntos del segundo puesto con el piloto español. En Nürburgring le volvieron a parar para ceder el volante a Collins, que fue cuarto y en Monza reventó un neumático, mientras Collins debía ceder su Ferrari-Lancia D50 a Fangio, para que se proclamara campeón del mundo.
Portago en Silverstone, subiendo al D50 de Castellotti... Sin embargo, en la carrera celebrada en Silverstone se produjo una anécdota que demostró el carácter y la determinación de Portago, por llegar a ser alguien dentro del automovilismo. Tras tener que cederle el volante a Collins, se subió en el D50 que Castellotti había abandonado en el box unas vueltas antes, después de una colisión y lo condujo a duras penas hasta llegar a la meta, donde esperó fumándose un cigarrillo, a que bajara la bandera de cuadros para empujar su coche hasta la línea de llegada, logrando la 10ª plaza. Esta era una de las cosas que calaban hondo en el publico de la época. Portago se había ganado la confianza del Commendatore, y desde el verano era piloto oficial del mundial de marcas, donde utilizó los 290MM, 500TRC, 625LM, y el 860 Monza, según las carreras. En Le Mans contó con un chasis Sport y motor cuatro cilindros de F1, pero su carrera fue muy corta al colisionar contra otro participante que hizo un trompo delante de él. Sus mayores éxitos vinieron del nuevo gran turismo de Ferrari: el 250GT Berlinetta, destinada a los clientes deportivos. Su participación en el Tour de France se saldó con una inapelable victoria frente al Mercedes 300SL de Moss, triunfos que se repitieron en Roma, Montlhery y Oporto. En 1957, Alfonso de Portago había logrado su objetivo: ser piloto de la Scuderia Ferrari por propio derecho, aunque su programa no incluyera la Fórmula-1.
Alfonso de Portago, piloto oficial Ferrari, con su 250GT en 1956...
Allí compartiría un nuevo 335S con su amigo Nelson y, a menos de 100km de la llegada sufrió un terrible accidente. Todo fue muy extraño, puesto que Portago después de haber realizado una gran remontada hasta el tercer puesto absoluto, tras Taruffi y Von Trips, Enzo Ferrari decidió mantener las posiciones, ordenando a sus pilotos conservar... por eso fue tan misterioso el Accidente. En la larga recta de Guidizzolo, a más de 250km/h su 335S perdió el control al reventar un neumático delantero... arrasó una de las cunetas antes de hacerse pedazos dando tumbos... Portago murió en el acto y Ed Nelson unas horas después... nueve espectadores fallecieron y una treintena resultaron heridos... las Mille Miglia murieron al mismo tiempo... el Ferrari 335S numero 531 (hora de salida) quedó desintegrado...
Dibujo publicado en la Revista L´Automobile de 1957, con el croquis del accidente de Portago
Ultimas imagenes de Portago, poco antes del accidente... Enzo Ferrari nunca tubo una gran amistad con el piloto español, pero lo definió perfectamente como un hombre de aspecto desaliñado, pelo demasiado largo y barba de dos días, siempre con su cazadora de cuero negro, (nadie diría que era un Don Juan), pero tenia algo que atraía a las mujeres, a pesar de todo, se descubría su carácter noble y caballeresco en cuanto comenzaba a hablar, poco más había que decir de su estilo agresivo y arriesgado al volante, sus compañeros y rivales le estimaban y temían. Aquel fatídico 12 de Mayo de 1957, durante aquellas trágicas Mille Miglia, se puso fin a una época dorada del automovilismo, truncándose la carrera del primer español que habría podido ser una de las más rutilantes estrellas de la especialidad...
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