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![]() "Mille Miglia 1948"
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Mesaggero di coraggio e di valor Arriva Tazio Sempre primo tra i giganti del motor Arriva Tazio En il cuore un' indomabile volonta Arriva Tazio Primo, primo, sempre primo arrivera (Del Fox-trot "Llega Tazio", éxito musical del Trío Lescano en la Italia de los años 30)
Nuvolari exprimía el auto de una manera casi sobrenatural que le permitía sacar un segundo de ahorro de donde no lo había, exigiendo al máximo, arriesgando al máximo... todo por arañar medio segundo incluso en carreras donde hubiera necesitado varios segundos enteros para contrarrestar el poderío de los contrincantes. El lo hacía de todas formas, arremetía con su viejo Rocinante colorado contra los gigantes alemanes... y era así como a veces los vencía, logrando incluso alguna vez herirlos en el mismísimo corazón (el Nurburgring). Nuvolari no solo entró en la leyenda por haber ganado en Le Mans, tras 24 horas de infernal lucha, en la última vuelta; también se acrecentaba su mito por haber perdido en Mónaco aquella vez en que tras casi 100 vueltas de enconada pelea fue traicionado por su máquina yendo en cabeza y terminó derrotado en el resultado pero no vencido en el espíritu... empujó su máquina hasta que los comisarios le dijeron basta.
Nuvolari è basso di statura
Corre se piove, o corre dentro il sole,
1948 parece ratificar el definitivo declive. Nuvolari está decididamente enfermo. Entrado el año otro duro golpe: Cisitalia, la marca que venía usando los servicios del campeón y con la que éste contaba para participar una vez más en la Mille Miglia le comunica poco antes de la prueba que "por dificultades imprevistas" no podrá encomendarle ninguno de sus autos. En los primeros días de mayo Nuvolari, triste y abatido, no pierde todas las esperanzas y todavía está en tratos con Alfa Romeo para un posible fichaje de última hora. Mientras, acude de todas formas a Brescia para estar presente en las verificaciones previas en Piazzale della Vittoria. Aunque probablemente no pueda correr (las negociaciones con la casa del biscione se complican) estará cerca de las máquinas y de los viejos amigos. Allí una vez más la leyenda acude a acrecentar el mito de Nuvolari. Enzo Ferrari se encuentra presente. Distingue a Nuvolari entre el gentío y lo saluda. Le bastan dos palabras para comprender la situación y obrar en consecuencia. Allí mismo el Comendattore ofrece a Nuvolari una de sus máquinas para la carrera. Y así todo el mundo se congratula porque podrán ver una vez más el vuelo de Nuvolari. Será, todos lo saben ya, la última Mille Miglia del gran campeón...
Habla Sergio Scapinelli, copiloto de Nuvolari en la Mille Miglia de 1948: Ferrari convocó a Tazio para que condujera un 166 Inter. Muy pocos querían ir de copiloto con Nuvolari después de haber escuchado los escalofriantes relatos de Guidotti (copiloto de Nuvolari en los años 30... nota del autor). "Il Commendatore me presentó a Tazio y le dijo:" ``Este de aquí tiene 100 horas de vuelo, ha estado en la guerra y ha sido bombardeado varias veces. No tendrá miedo. Irá contigo´´. "Algunos no se explican cómo, pero en ningún momento sentí miedo. Inclusive hubo momentos en que me dormí y Tazio me despertó de un codazo. Nuvolari era increíble.Yo acompañé a muchos pilotos y todos conducían de manera "convencional", abusando de las marchas bajas, retardando las frenadas, siguiendo las trayectorias, etc. Pero Nuvolari no. Nuvolari elegía siempre los desarrollos largos, frenaba antes y con menos intensidad, hacía derrapar el coche y lo llevaba así, con el morro en el centro de la carretera; era un mago haciendo esquiar el coche con total control".
El 2 de mayo comienza finalmente la gran prueba. Los primeros controles ya anuncian una lucha bastante cerrada. En Verona y Vicenza las diferencias son mínimas y no es hasta Padua cuando se marca ya una pequeña distancia en cabeza a favor de la Maserati de Ascari. No obstante, varios perseguidores lo acosan de cerca. Las multitudes que siguen la prueba se alegran fervorosamente al conocer que Nuvolari está entre ellos. Camino de Forlí es Cortese, segundo, quien brillantemente se va acercando a Ascari; pero detrás vienen también reduciendo distancia Sanesi con su Alfa Romeo en tercera posición y los Ferrari de Nuvolari y Biondetti recuperando tiempo a base de imponer un ritmo endiablado. Pasada Forlí, en el tramo de la costa adriática, las diferencias son tan escasas que los cambios en cabeza son constantes. Incluso Taruffi se ha unido al grupo con su Cisitalia y llega a ocupar la primera posición justo antes de tener que retirarse una vez más traicionado por la mecánica. Así las cosas, la carrera enfila el primer cruce de los Apeninos cuando Nuvolari se decide a atacar con todo. Como un reguero de pólvora se va extendiendo la noticia de que "Nivola" está volando, que marca los mejores parciales en los puertos, que ya está primero, que está cobrando ventaja.... Llevado por su ímpetu tiene una salida de ruta que se salda con un feo golpe de costado. El auto pierde un guardabarros, desestabiliza ligeramente el equilibrio del coche y daña el capó delantero y sus sujeciones. Pero el tiempo perdido es poco y el auto parece que sigue respondiendo. Otra vez gas a fondo. Hay una enorme explosión de alegría popular cuando la radio proclama a todos los rincones de Italia que en el ecuador de la prueba, el gran Tazio Nuvolari ha entrado en Roma en primer lugar con tres minutos de ventaja sobre Cortese, 10 sobre Ascari y nada menos que 22 sobre su compañero de equipo Biondetti que aún lucha con Sanesi por el cuarto puesto.
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Gli uccelli nell'aria perdono le ali Nuvolari tiene que arrancar el capó delantero que a raíz del golpe sufrido ha quedado dañado y suelto; y con el motor al descubierto parte de regreso hacia Brescia. La noticia no para de correr en todas las poblaciones y son multitudes las que se agolpan al borde de la carretera para verlo pasar, los que se reúnen en cafés y plazas para vivir juntos las incidencias de la prueba a través de la radio. Mientras, el Ferrari del viejo combatiente avanza a fuerte ritmo hacia las montañas. No solo el auto muestra las heridas de la lucha. El piloto padece la fatiga del camino y la enfermedad. Pero no afloja. Debido a este ritmo frenético otro contratiempo: cruzada Livorno y en dirección a Pisa, el auto sufre otra salida golpeándose de costado. En esta ocasión es el asiento del copiloto, ya flojo por anteriores envites, el que debe ser arrancado. Además se ha visto afectada la suspensión cuyas juntas se quejan alarmantemente. Pero no afloja... Sin embargo, la dureza tradicional de las Mille Miglia no solo lo castiga a él. Incluso parece que por detrás lo está ayudando. Sanesi, tratando de seguir el ritmo de los de cabeza, tiene una salida y no puede continuar. Las mecánicas de Cortese y Ascari, sus inmediatos perseguidores que marchan contagiados por el tremendo ritmo impuesto, terminan cediendo. Es el abandono. Ahora solo Biondetti persigue al campeón a un abismo de distancia. Y la noticia sigue siendo la misma: Tazio no respira bien, su fatiga es dolorosa, y su coche se está cayendo a pedazos; pero avanza a fuerte ritmo hacia la meta de Brescia en primera posición. El país entero contiene la respiración cuando ataca de nuevo la montaña. Supera el paso de la Futa, supera la Raticosa... la llanura se abre finalmente ante él.
La meta está cerca, pero nunca llegará. Cruzando Regio Emilia, cerca del balneario de Villa Ospizio, la suspensión dañada en el golpe de Livorno dice basta. Un perno de la ballesta cede y el auto rinde el alma. Nuvolari simplemente baja del vehículo, se percata de que es una avería irreparable, y con el cansancio hasta en el alma no comenta nada. Solo pide una cama para reposar. Cuando el público conoce la noticia el interés por la Mille Miglia se termina. Una gran desilusión se apodera de la gente que solo puede combatirla rememorando la nueva e increíble gesta a la que solo le ha faltado el colofón. Mientras Biondetti, sin que nadie lo moleste, llega con una increíble ventaja a Brescia como ganador. Sus primeras palabras en la rueda de prensa lo dicen todo: "Perdónenme por haber ganado".
Habla Enzo Ferrari:
"También yo tras las primeras carreras en las que corrí contra él comencé a preguntarme qué era lo que tenía de especial el estilo de aquel hombrecillo flacucho y serio, cuyo valor se revelaba tanto más alto cuanto mayor era el número de curvas (que él llamaba "recursos") de un recorrido".
"Así, un día, durante las pruebas del Circuito de las Tres Provincias en 1931, le pedí que me llevara algún tramo en la Alfa 1750 que mi escudería le había confiado. Era la primera vez que Nuvolari disputaba aquella carrera y estaba receloso porque me había visto al volante de una Alfa del nuevo tipo, la 2300 de ocho cilindros, más potente que la suya. Sin embargo no puso objeciones.
"La carrera, a pesar de mi máquina más potente, fue suya. Él primero y yo segundo a 32'' y 9/10, Tras la llegada, Tazio me elogió diciendo
"Aquella maniobra en curva era posible entonces por dos razones principales: las ruedas no eran como actualmente independientes y estaban infladas a presión más alta. El increíble derrapaje se podía de esta forma calcular con un solo y preciso volantazo inicial. Sin embargo, ninguno consiguió entonces reproducir "la curva de Tazio Nuvolari". Fueron muchos los que intentaron imitarlo. Muchos se acercaron a su técnica probando una y otra vez, pero en las curvas más duras terminaban por levantar el pie, "telegrafiando" con el acelerador. Ninguno, repito, osaba mantener el pedal a fondo como Tazio. Probablemente ninguno reunía, como él, una tan elevada sensibilidad con la máquina y un valor casi sobrehumano".
"Más tarde, cuando las suspensiones se hicieron independientes y los neumáticos se inflaron a presiones medias, tampoco Nuvolari pudo ya derrapar de aquel modo acrobático. Sin embargo, una cosa conservó: continuó enfilando el interior de la curva con la decisión de siempre, provocando el derrapaje aunque esta vez corrigiendo la dirección con pocos y precisos golpes de volante y no dejando ya sistemáticamente el acelerador pisado a fondo. Con todo su técnica permaneció siendo hasta el final un prodigio del instinto en los límites de la posibilidad humana y las leyes físicas".
Pinturas de Nuvolari y su Ferrari, realizadas por Alfredo de la María © Copyright 2002-2012 - Ferrari Club España
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